viernes, 30 de diciembre de 2016

PARQUE NATURAL DE TIMANFAYA (LANZAROTE - ISLAS CANARIAS - ESPAÑA)




“El lugar lógico para encontrar una voz de otros tiempos es un cementerio de otros tiempos.” En las montañas de la locura de H. P. Lovecraft 

Para encontrar paisajes de “otros mundos” no hace falta irse muy lejos, las islas Canarias son un escenario ideal para ello.
La isla de Lanzarote, de origen volcánico, surgió bajo las aguas del océano Atlántico hace unos 11 millones de años, a lo largo de los siglos su extensión y forma ha cambiado innumerables veces, siempre asociada a las erupciones de sus volcanes.

Las ultimas erupciones volcánicas fuertes en la isla, son las de 1824, pero sobre todo las ocurridas entre 1730 y 1736 fueron las más destacadas en los últimos siglos, y cambiaron la extensión y el aspecto de la isla por completo, surgieron nuevos volcanes, desgarrando la superficie de la isla, y se pasaron los meses escupiendo incesablemente lava incandescente.

Los por entonces moradores de la isla sufrían las consecuencias, obligados a huir de sus hogares y perdiendo sus tierras de cultivo, pasaron hambrunas y muchos decidieron abandonar la isla. Tiempo después el poder destructor de la naturaleza se convirtió en generador de vida, y los cultivos prosperaron gracias a las técnicas de cultivo sobre el nuevo manto fértil que cubría la isla. Pero también trajo consigo, ya en el siglo XX, la curiosidad del turismo ansioso por visitar el paisaje surgido de las erupciones de la zona de Timanfaya.

La visita al Parque Nacional de Timanfaya fue un auténtico espectáculo, subidos a un autobús sin posibilidad de ver el “paisaje lunar” más que a través del cristal de las ventanas del vehículo, (medida lógica todo hay que decirlo viendo lo “cerdos” que somos los humanos y la cantidad de basura que se aprecia en muchos lugares que se suponen protegidos), nos quedábamos embobados mirando hacia uno y otro lado, paisajes parados en el tiempo, yermos pero a la vez fascinantes nos rodeaban, lo caprichoso de las formas, los colores, pardos, rojos, ocres, negros, anaranjados, y los imponentes volcanes tan cerca del mar no dejan a nadie indiferente, y uno no puede dejar de pensar en esos momentos lo insignificantes que somos ante la fuerza de la naturaleza.

Una visita corta pero intensa, que terminó en el centro de visitantes con diversas demostraciones del “infierno” que teníamos a no muchos metros bajo nuestros pies, ya que hay puntos en los que se alcanzan más de 100 grados centígrados a los 13 metros de profundidad, llegando a extremos de 600 grados en ciertos puntos. Así, preparaban la comida del restaurante sobre piedras que hacían la función de una cocina o nos mostraban como un montón de paja ardía al meterlo solo unos metros por un agujero.

Alrededor del parque uno no puede dejar de disfrutar con los preciosos pueblos como el de Yaiza, aunque dada la pequeña extensión de la isla cualquier lugar es cercano y se llega a él en poco tiempo y os aseguro que la isla está repleta de lugares interesantes. Nosotros decidimos acercarnos a la costa cercana, al lugar donde la lava se solidificó al entrar en contacto con el agua del Atlántico, formando curiosas estructuras llamadas los Hervideros, pero eso ya es otra historia…




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