sábado, 27 de agosto de 2016

TORMENTA ELECTRICA SOBRE LA PLAZA DE SAN MARCO (VENECIA - ITALIA)



La bellísima Venecia fue la primera etapa de nuestro viaje, a ella, llegábamos de madrugada y desde la altitud que nos proporcionaba el avión divisábamos a través de sus ventanillas una espectacular tormenta eléctrica a lo lejos, en el mar.

Al día siguiente un sol radiante y abrasador nos ilumino durante todo el día, recorrimos y nos perdimos por los rincones de la ciudad, fascinados por la riqueza cultural y un tanto agobiados por la muchedumbre en las calles más principales. Estaba bien entrada ya la tarde cuando después de una pequeña y refrescante pausa, nos pusimos en marcha de nuevo y al salir a la calle nos encontramos con unos oscuros y amenazantes nubarrones, pronto empezamos a sentir una brisa que mi piel, ya resentida del sol agradecía, la brisa paso a ser viento, un viento que movía todo a su paso y mientras, aceleraba el paso de esas negras nubes hacia la ciudad.

La gente corría a buscar refugio de la inminente tormenta, nosotros acelerábamos el paso aunque en el fondo deseábamos sentir el refrescante tacto del agua de la lluvia, los restaurantes preparados ya para atraer a los hambrientos turistas se apresuraban a retirar las mesas que hace unos minutos invitaban a sentarse a disfrutar de un Spritz y una suculenta cena.

Los primeros goterones caían ya sobre nuestras cabezas y aunque apetecía quedarse quieto y empaparse, los truenos procedentes de los relámpagos que asomaban ya a lo lejos invitaban a buscar rápidamente refugio, por suerte ya caminábamos en dirección a la Plaza de San Marco.

En mi cabeza desde que vi los negros nubarrones se dibujó la imagen de la hacía unos instantes abarrotada plaza, vacía, e incluso la posibilidad de captar algún relámpago, hacia la imagen muy atractiva y como un imán nos llevó hacia ella. Pasó una hora a cubierto entre los ahora abarrotados arcos de la plaza, vacía como yo esperaba (aunque algún “valiente” salía a sacarse una foto bajo la tormenta). La lluvia se había vuelto torrencial y el viento racheado hacía que incluso a techo nos mojáramos, los relámpagos se sucedían de manera continua, uno dos y hasta tres en menos de medio minuto.

Los flashes resplandecían también desde todos los lugares, todo el mundo quería captar el espectáculo de la naturaleza, con Cova siempre paciente a mi lado y fascinada también, accioné el disparador de mi cámara con el fin de captar la estampa, una y otra vez hasta que en un momento de suerte logré la imagen que veis.

Como siempre digo, no es que sea una gran foto, pero capta a la perfección la belleza del momento, y para nosotros dos siempre será la mejor, porque nos trasladará a ese mágico instante. La tormenta pasó y la ciudad volvió a su vida normal, había refrescado y las calles estaban mucho más vacías, el estómago nos pedía cenar y nada mejor que una deliciosa pizza para ello.


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